El hombre que perseguía patitos de goma

El 10 de enero de 1992 el buque portacontenedores Ever Laurel se vio atrapado en una tempestad más violenta de lo normal en mitad del Océano Pacífico. Su ruta entre Hong Kong y Seattle se vio azotada por olas de diez metros de alto y vientos huracanados de más de 150 km/h, que sacudieron al enorme paquebote (330 metros de eslora, 104.000 toneladas de peso máximo) hasta tal punto que en un momento dado dos columnas de seis contenedores rompieron sus enganches y se precipitaron al mar. En uno de esos contenedores viajaban empaquetados 28.800 animales de plástico de vivos colores, juguetes infantiles para bañera fabricados en China; una cuarta parte de ellos eran patos amarillos, pero también había castores rojos, ranas verdes y tortugas azules. El punto donde cayeron los contenedores (44ºN, 178º E) estaba a varios miles de kilómetros de distancia de cualquier lugar emergido, no digamos ya habitado. Los animalitos de goma quedaron entonces a merced de las corrientes marinas y de las brutales tormentas que habían provocado su caída al océano. Un año después, unos cuantos centenares de ellos aparecieron en las costas de Sitka, en Alaska, un lugar donde están acostumbrados a recoger de entre los guijarros de la playa todo tipo de objetos escupidos por el mar. Pero la cosa no acabó ahí. Los juguetes de baño aparecieron en las Aleutianas, en Canadá, en Hawái, en las costas del Estado de Washington e incluso en el estado de Maine, al otro lado del continente. Los patitos de plástico viajaron miles de kilómetros en mar abierto y al final, diez años más tarde, cambiaron la vida de un hombre: Donovan Hohn.

Ruta seguida por los animalitos de plástico desde su caída al mar en 1992 hasta su aparición en las costas británicas en 2007, la última registrada (Wikimedia Commons)

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