Historias de Londres. Enric González. RBA, Barcelona, 1999.
Todo tiene una causa última. Y yo conocí la ciudad más espléndida del mundo gracias a Sadam Hussein. Pese este libro sobre su conciencia.
En agosto de 1990, el Irak de Sadam invadió Kuwait un día después de que toda la redacción de El País se marchara de vacaciones. Eso provocó que Enric González acabara en Arabia Saudí de corresponsal de una guerra que se libraba a varios miles de kilómetros de allí, y que, al volver, deseara dejarlo todo e irse a Londres a vivir del aire. Enterado el director del periódico de tan singular plan, le ofreció la corresponsalía en la capital británica, lo que le proporcionaría una manera mejor de subsistir que la mera ingesta de oxígeno y demás gases.
Enric González es periodista, y eso se nota. Es un libro breve (González cuenta que es un redactor bastante vago) pero de una intensidad que no decae en ningún momento. El autor mezcla su experiencia personal con la Historia de la ciudad para ir desgranando una serie de historias que realmente captan, o capturan, las esencias de le metrópoli británica. Desde las historias de los clubes de fútbol y sus presuntas filiaciones políticas y religiosas, hasta la peculiar manera de ser de los ingleses. «Los ingleses no es que sean sucios, es que son raros. E isotérmicos. El inglés se abrocha la gabardina en invierno y se la desabrocha en verano. Eso es todo».
Las observaciones del autor sobre la ciudad y sus habitantes están sobradas de una ironía divertidísima, capaz de hacer reir a carcajadas, encubridora, según el propio Enric González, de una nostalgia propia de quien escribe desde otra ciudad distinta a la hagiografiada. El libro entero es una declaración de amor. Como esos enamorados a los que les encantan hasta los defectos de sus amados, el autor se ríe y toma a broma cosas como la carencia de espacio y oxígeno del metro o la carestía de la ciudad.
Londres, como la propia Inglaterra, es una ciudad con una Historia larga y, en ocasiones, penosa, que el autor repasa desde los tiempos medievales hasta los bombardeos de la II Guerra Mundial, simplemente como excusa para contarnos qué le pasó en determinado rincón de la ciudad. Sherlock Holmes, Jack el Destripador, Isabel II o Martin Amis desfilan por los distintos capítulos del libro. Cómo y por qué se creó Picadilly Circus, el diseño del plano del metro o el funcionamiento del parlamentarismo inglés (una dictadura parlamentaria) son explicados también a lo largo de las páginas londinenses.
La espléndida prosa del autor, muy propia para un libro que, sin pretender ser humorístico, tiene la intención de entretener, hace posible leerse el libro en dos o tres horas, en la terraza de un café, mientras los clientes de alrededor se preguntan qué demonios le pasa a ese tarado que se ríe solo. En realidad, imposibilita dejar el libro hasta haberlo terminado. Afortunadamente, hay más de Enric González.
Mi nota: Cómpralo, róbalo o pídeselo prestado a tu mejor amigo. Y nunca se lo devuelvas.
Para saber más:
En Escrito en el viento o El Mar de los Sargazos se pueden encontrar otros comentarios sobre el mismo libro.
El blog Historias del Calcio, dedicado a recopilar artículos de Enric González y otros, (por si alguien no lo sabe, es el título de otro libro de Enric González) ha transcrito el capítulo «Un asunto grave», dedicado a los clubes de fútbol londinenses. Ahí van los enlaces:
- Historias de Londres. Un asunto grave (1/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (2/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (3/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (4/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (5/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (6/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (7/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (8/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (9/10)
- Historias de Londres. Un asunto grave (10/10)
Vista la nota…. ¿Me lo prestas?
Pásate a recogerlo y te lo regalo 😀
Enorme libro, así como el de Nueva York, que también es muy bueno. A mi Enric me encanta, su forma de escribir es capaz de cautivar a cualquiera. Genial recomendación.
Qué buena pinta tiene este libro. En cuanto me acabe el que estoy leyendo ahora, cae.