Cinco días después de la machada de la Selección Española de Fútbol, muchos aún seguimos sin creérnoslo. Otros muchos tienen la sensación de que la final del domingo no fue el final de una fiesta, sino el comienzo de una mayor. Y algo de razón no les falta. La victoria de España en la Eurocopa le abre la puerta a una competición que nunca antes ha disputado el combinado nacional, la Copa Confederaciones. Este torneo se disputa cada cuatro años, un año antes del Mundial de fútbol, y en su misma sede. En él participan los campeones de las seis confederaciones continentales (América del Norte, del Sur, Asia, África, Europa y Oceanía), el campeón del mundo y el país organizador del mundial. Hasta el momento, además de España, están clasificados Estados Unidos, Iraq, Egipto, Brasil, Italia y Sudáfrica como país organizador, mientras que el campeón de Oceanía se decidirá entre Nueva Zelanda y Nueva Caledonia (si me permiten un consejo, apuesten por los primeros).
La Copa Confederaciones no siempre se llamó así. Su precursor inmediato es la Copa Rey Fahd, un torneo organizado por Arabia Saudí entre 1992 y 1997 en el que participaban, además de los anfitriones, algunos campeones continentales y al que la FIFA dio márchamo de oficialidad, asumiendo después el organismo su organización. Desde que nació el torneo en 1992, Brasil y Francia lo han ganado en dos ocasiones, mientras que Argentina, Dinamarca y México (gracias, Kamila, por la indicación en los comentarios) lo han ganado una vez.