Cuando cruzar la calle te puede llevar a la cárcel

Los más veteranos lectores de Fronteras recordarán el caso de Rock Island y Derby Line, un par de pueblos situados en  la provincia canadiense de Quebec y en el estado norteamericano de Vermont, respectivamente. Se trata de dos pueblos pegados a la frontera y construidos en parte sobre ella, existiendo viviendas particulares y edificios públicos partidos por el paralelo 45 Norte, la raya invisible que decreta dónde empieza Canadá y acaba Estados Unidos, o viceversa. Entre ambos países no existe un tratado de libre circulación como el que disfrutamos en la Unión Europea, y que hace tan fácil la vida a los habitantes de las zonas fronterizas y a los viajeros insensatos. Durante décadas el sentido común permitió que los habitantes de ambos pueblos hicieran vida normal, pero la paranoia post-11 de septiembre ha convertido el sentido común en el menos común de los sentidos, en cuanto a las zonas fronterizas norteamericanas se refiere.

La frontera entre EE.UU. y Canadá (y entre Stanstead y Derby Line)  junto a la Biblioteca Haskell, el único edificio público dividido de América del Norte. © pegase1972

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