Allí donde se cruzan las líneas imaginarias

Una de las mejores cualidades de Internet, en su más amplia definición, es que es difícil sentirse solo. No importa cuán específica sea tu afición y cuán minoritaria puedan parecer las obsesiones de uno, siempre hay otra gente, un buen puñado de ella, con similares intereses. Este blog es un ejemplo de ello. Seis años y medio escribiendo de límites territoriales y sitios raros en mitad de la nada y cada día lo lee más gente (vamos a razón de casi cuatro mil visitas diarias, lo que supone que cada mes lee este blog casi la misma gente que en todo el primer año de vida de Fronteras ¡Viva y bravo!). Autobombo aparte, una de las consecuencias directas del enunciado anterior es que no importa cuán geek o friki seas, siempre habrá alguien mucho más geek que tú. Y las fronteras no son una excepción. Cuando empecé a escribir este vuestro blog fronterizo descubrí gente que viajaba cientos de kilómetros para recorrer un tramo de límite internacional en mitad de un bosque, o apasionados de los límites municipales. Yo mismo he hecho alguna cosa así, en realidad. Pero todos nosotros, gente como Ishosholoza, que convenció al guía de su autobús para cruzar ilegalmente la frontera del Congo, gente como Sherlock, que se juega una estancia en una cárcel rusa sólo para llamarme desde una triple frontera, o yo mismo, que estuve a punto de morir congelado mientras trataba de hallar el camino al punto más alto de los Países Bajos habiendo aparcado el coche en Alemania, todos nosotros, digo, quedamos como auténticos principiantes, pequeños aprendices, lamentables aspirantes al lado de la gente que hace el Degree Confluence Project.

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¿Qué señaliza exactamente esa bandera? Luego os cuento

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Qué hay al otro lado del mar. El Mapa

Mi hijo mayor y yo habíamos  ido a la playa a hacer el cafre (él) y evitar desgracias (yo) cuando a Diego Jr. le dio un ataque de lucidez y me preguntó: «¿Qué hay al otro lado del mar?». Dado que estábamos en Sitges y mirar al mar supone hacerlo hacia el sureste, le respondí que Mallorca. Y lógicamente Diego preguntó «¿Y después de Mallorca?» Italia. ¿Y después de Italia? Croacia ¿Y después de Croacia? El Tribunal Penal Internacional. Papá qué dices. Deja, hijo, yo me entiendo. Luego te lo enseño en el mapa. El caso es que todos nos hemos preguntado alguna vez qué hay al otro lado del mar, y este mapa viene a responder a una pregunta similar: ¿Qué hay en la misma latitud que esta playa tan hermosa? Al menos los americanos (que por cierto sois el 60% de los lectores de este blog, GRACIAS) ya podéis saberlo. O podríais si el autor de este mapa (cuya idea es maravillosa, por otra parte) no se hubiera olvidado de la constelación de pequeñas naciones insulares que hay entre América y Asia, por un lado, y de cualquier isla distinta a Groenlandia, en el otro. Aparte de las Antillas Menores, cuya omisión entiendo que es deliberada, faltarían Cabo Verde (más o menos a la altura de Nicaragua), las Islas Canarias (que encajarían con el sur de Florida, aproximadamente), Madeira (estaría un poco al norte de Florida, partiendo en dos la superficie que indica Marruecos) o Santo Tomé y Príncipe, que quedaría más o menos partiendo la línea de Guinea Ecuatorial. Por cierto que ésta y la de Gabón están confundidas, pero no haremos sangre con ello. La idea mola.

Mapa 1

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La distribución mundial de la población por latitud y longitud

Fantástico mapa que robo y traduzco (trabajazo, oiga) de la web de Bill Ranklin, Radical Cartography. En él se ve lo que indica el título: la distribución de la población mundial por cada grado de latitud y de longitud. Dos datos que él mismo ofrece: más de la mitad de la población total de la Tierra vive por encima del paralelo 27º Norte. De hecho, casi el 90% de la gente reside en el hemisferio norte (ayuda el hecho de que tres cuartas partes de las tierras emergidas también se encuentren en dicho hemisferio). Un trabajo interesante y que da que pensar.